No dije nada. Todo estaba cambiando muy deprisa, lo que parecía hundido se elevaba, lo que estaba arriba se desmoronaba, las puertas que estaban abiertas se cerraban, y las que estaban cerradas de abrían. Era mejor no hablar, no decir, ni siquiera sentir, no odiar a ninguno, no tomar partido, ignorar. Pensé que sería mejor callar y olvidar, por mucho que pudiera llegar a costar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario